Érase una vez en Anatolia
Bir zamanlar Anadolu'da
Turquía | 150 min. | Drama policíaco
Dirección: Nuri Bilge Ceylan
Intérpretes: Yilmaz Erdogan, Taner Birsel, Ahmet Mumzat Taylan, Muhammet Uzuner
Público apropiado: Jóvenes-adultos
Contenidos [de 0 a 4]: Acción: 0, Amor 1, Lágrimas 1, Risas 0, Sexo 0, Violencia 1
De noche en el pelado paisaje de
Anatolia, en Turquía. Tres automóviles. A bordo dos asesinos, que guían a
policías, soldados, operarios, el forense y el fiscal, al punto donde
enterraron el cadáver de su víctima. Pero en la oscuridad todos los lugares parecen
iguales. Las horas pasan, las conversaciones se prolongan, hay cansancio
acumulado, no sólo por la falta de sueño, sino también por una vida donde no
resulta fácil el acceso a la verdad, en que las penas y decepciones no faltan.
Aunque un rayo de luz, o un ángel, pueda momentáneamente iluminar el camino.
No es fácil reseñar con plena justicia
una película del turco Nuri Bilge Ceylan, autor de filmes tan potentes como la
inolvidable Lejano. En sus películas,
difíciles para el espectador impaciente, el “tempo” resulta fundamental, no hay
prisas, se puede (y se debe) sostener un plano el tiempo que haga falta, ver
unos automóviles serpenteando por un camino, escuchar en off las conversaciones
de sus ocupantes. Su formación como fotógrafo concede al cineasta un sentido de
la composición y un empaque visual a la narración sencillamente apabullantes.
El Premio del Jurado que ganó Érase una
vez en Anatolia en Cannes resulta más que merecido.
Gustará más o menos, pero Érase una vez en Anatolia es justamente
la película que pretende Ceylan. Con meticulosidad extrema pero nunca cansina,
somos testigos de un trabajo desagradable, el levantamiento de un cadáver y su
autopsia, tratados de modo casi documental. E imbricado con ello, a modo de
singular cuento o fábula, “érase una vez...”, tenemos ante nuestros ojos, leve
pero poderosamente esbozados, una serie de personajes sufrientes, que en un
tiempo amaron, y ahora su corazón es un mar agitado de aguas turbulentas, a los
que cuesta encontrar la deseada paz. Ceylan demuestra ser un profundo conocedor
de la naturaleza humana, y con triste mirada, que no desesperanzada, muestra
sus miserias y cómo nos afectan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario