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lunes, 11 de marzo de 2013

Crítica de la película "El gran milagro"

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El gran milagro
El gran milagro
México | 70 min. | Animación

Dirección: Bruce Morris

Público apropiado: Todos
Contenidos: Acción 0, Amor 3, Lágrimas 2, Risas 0, Sexo 0, Violencia 0




Una anciana no da señales de vida, no abre la puerta de su habitación, que permanece cerrada con llave. Un conductor de autobús recibe una mala noticia: el agravamiento del cáncer de su hijo. Una joven viuda se siente abrumada y a menudo pierde la paciencia ante su hijo adolescente. En estas circunstancias, los atribulados personajes acuden a una Iglesia para asistir a la Santa Misa y, mientras, se encuentran con unos jóvenes simpáticos que les aportan palabras de esperanza. Son sus ángeles de la guarda.


El gran Milagro es una lección de teología católica, una tierna y a la vez honda catequesis en dibujos animados, destinada sin duda a los más pequeños, pero que los adultos –sobre todo si son católicos– sabrán apreciar y aprovechar enormemente. A hilo de la celebración de la Santa Misa, el film nos va narrando breves episodios que implican a los tres personajes principales y a algunos otros asistentes. Especialmente audaz y efectiva es la aparición de los demonios que intentan evitar que los fieles reciban el sacramento de la confesión, así como las peticiones de los hombres llevados por los ángeles hasta Dios, el modo en que se muestra el sacrificio de la Cruz en la consagración, la intercesión poderosísima de la Virgen María o el “rescate” de las almas de purgatorio.

El director de este film mexicano, Bruce Morris, que ha trabajado en el departamento artístico de La sirenita o Jack el Cazagigantes, entrega una película fervorosamente religiosa, apologética hasta el extremo, para hacer ver el milagro cotidiano que se opera en cada celebración eucarística de la Iglesia Católica. Todos los detalles del guión de Luis de Velasco están cuidados al máximo teológicamente y se inspiran en las revelaciones de algunos místicos que han contado sus testimonios y sus visiones. Este enfoque didáctico y apostólico impregna cada diálogo de El gran Milagro, en donde la sutilidad o la metáfora no se contemplan, porque lo que interesa es explicar claramente el significado de la Misa, el “gran milagro” del título. Esto hace que el resultado sea en ocasiones un poco empalagoso, excesivamente sentimental, aunque también emocionantemente explícito.

Por contra, es una pena que en pro del guión se haya descuidado tanto la calidad de los dibujos, toscos y tristones, con fondos estáticos y gestos humanos poco imaginativos, muy por debajo de lo que estila actualmente en materia de animación. Está claro que en un film de estas características el atractivo de los dibujos no es lo más importante, pero hubiera sido un acierto destinar un mayor presupuesto al aspecto visual. De este modo, fondo y forma estarían más equilibrados, y el público recibiría con mayor eficacia el mensaje profundamente cristiano y sobrenatural que narra la historia.

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